Aumenta tu productividad trabajando a la temperatura adecuada

El debate sobre cuál es la temperatura más adecuada para trabajar es un clásico. Resulta complicado señalar una cifra que contente a todo el mundo. Sin embargo, sí podemos confiar en una serie de recomendaciones para contribuir a la ergonomía ambiental, es decir, propiciar las condiciones ambientales adecuadas para ofrecer confort y bienestar en el puesto de trabajo.

Está demostrado que las condiciones ambientales, que incluyen la calidad del aire, el ruido, la iluminación o la temperatura, influyen directamente en nuestra salud, tanto física como emocional. Por ello, garantizar unas condiciones ambientales óptimas en el trabajo, incluido el confort térmico, resulta fundamental para que la productividad y otras características de los trabajadores no se vean perjudicadas.

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Cómo afecta la temperatura a la productividad en el trabajo

Trabajar con un exceso de frío o de calor tiene repercusiones directas en la productividad. En ambos casos, la incomodidad nos restará atención y tendremos más problemas para concentrarnos. Esto es todavía más evidente en el caso del frío, por lo que es importante contar con aparatos de calefacción que eviten estos problemas en los meses de invierno.

Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Cornell (Nueva York) y que se publicó en la revista Science, demostró que pasar frío en el lugar de trabajo tiene una incidencia todavía mayor en la falta de productividad. Se comprobó que, en una oficina de seguros, cuando hacía frío (una temperatura por debajo de los 20°C), los empleados eran propensos a cometer hasta un 44% más de errores en su trabajo; llegaban a ser hasta la mitad de productivos que cuando trabajan con temperaturas más cálidas (23-25°).

Como decíamos, un exceso de calor también afecta a la concentración, el confort y, en consecuencia, a la productividad de los trabajadores; es lo que se denomina “estrés térmico”. Pero, en el caso del frío, además de la distracción y la incomodidad, se añade el hecho de que nuestro cuerpo consume más energía para intentar combatir las bajas temperaturas. Ese desgaste energético provoca que podamos dedicar menos esfuerzos a ser productivos o a otras acciones como la creatividad, la concentración, la agilidad en la toma de decisiones, etc. Además, trabajar con frío puede derivar en problemas de salud como constipados, dolores de cabeza o dolencias musculares.

Encontrar la temperatura adecuada para trabajar es básico para evitar estos problemas, que pueden incluso ser graves. Pero, además, si queremos ser más productivos, hay que garantizar unas buenas condiciones de trabajo, y esto pasa por mantener la temperatura de los espacios de trabajo dentro de unos límites que ofrezcan confort térmico a los trabajadores, es decir, que no tengan ni frío ni calor. 

La temperatura adecuada para trabajar según la legislación laboral

En España, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo (INSHT) elaboró una guía para establecer la temperatura adecuada en el puesto de trabajo que se plasmó en el Real Decreto 486/1997, el cual regula las disposiciones mínimas en cuanto a seguridad y salud laboral. 

En el Anexo III de este Real Decreto, se establecen las temperaturas máxima y mínima permitidas en el entorno laboral. En el texto se apunta como imprescindible evitar las temperaturas extremas, así como corrientes de aire que puedan resultar molestas, los olores desagradables o la irradiación excesiva, especialmente la radiación solar.

En cuanto a la temperatura, se señala que:

  • En los lugares donde se realicen trabajos más sedentarios, como puedan ser oficinas, la temperatura estará entre los 17°C y los 27°C.
  • Con trabajos ligeros, la temperatura será de entre 14° C y 25°C.

El INSHT también hace diversas recomendaciones en cuanto a la temperatura ideal para trabajar dependiendo de la estación del año.

  • En invierno, cuando llevamos más ropa, la recomendación es de entre 20°C y 24°C.
  • En verano, la recomendación es de entre 23°C y 26°C.

A esto hay que añadir la consideración de otros factores como la humedad relativa (del 30-70%, excepto en caso de que haya riesgo de electricidad estática, cuando el límite se establece en el 50%) y las corrientes de aire (0’25 m/s en ambientes no calurosos; en ambientes calurosos, 0’5 m/s en trabajos sedentarios y 0’75 m/s en trabajos no sedentarios).

En cualquier caso, según el INSHT, siempre se deberán tener en cuenta las características particulares del puesto de trabajo, qué tipo de acciones u operaciones se realizan en él, o el clima del área geográfica donde se encuentra.

Además de los parámetros del INSHT, se pueden tener en consideración otras recomendaciones. Por ejemplo, las del Instituto para la Diversificación y el Ahorro (IDEA), que establece la temperatura adecuada para trabajar en:

  • 26°C o menos y humedad relativa del 45-60% en verano.
  • 21°C o más y humedad relativa del 45-50% en invierno.

Estas recomendaciones coinciden bastante con las del Reglamento de Instalaciones Térmicas en los Edificios (RITE) que están reguladas por el Real Decreto 1027/2007. En este caso, la humedad relativa recomendada es la misma que para el IDEA y la temperatura adecuada para trabajar es de entre 23°C y 25°C en verano, y 21°C y 23°C en invierno.

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