
Las características del entorno laboral influyen directamente en nuestro rendimiento y nuestra salud, y por eso sus condiciones ambientales deben ser óptimas. Con “condiciones ambientales” nos referimos a la temperatura, el ruido, la iluminación o la calidad del aire interior.
Mantener la calidad del aire en el interior de nuestra oficina o espacio de trabajo es clave para prevenir accidentes laborales. De hecho, la contaminación o una baja calidad del aire en espacios interiores puede desembocar en problemas de salud que se traduzcan en menor productividad, problemas de salud leves (como tos, rinitis, irritación de ojos o garganta, problemas respiratorios, etc.) e, incluso, en un ambiente de trabajo negativo.
Mala calidad del aire en el trabajo: principales causas
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi un 30% de los lugares de trabajo interiores tienen una calidad del aire interior deficiente. El problema suelen ser biológico o químico, aunque también puede relacionarse con una mala ventilación y con la inestabilidad de temperatura. Por ejemplo, en espacios cerrados, las temperaturas altas y la humedad excesiva favorecen la volatilidad de compuestos químicos o la proliferación de mohos y bacterias.
Por otra parte, muchas veces la mala calidad del aire en los entornos laborales está condicionada por la dificultad para identificar su origen, que a menudo tiene varias causas. Las más habituales son:
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Ventilación deficiente o insuficiente
La renovación del aire es básica para mantener la calidad del aire en cualquier espacio interior. Una mala ventilación puede deberse a dos factores: que el suministro de aire nuevo no sea suficiente o que exista una mala filtración o una incorrecta distribución del mismo.
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Exceso de contaminación (interior y exterior)
La propia actividad de los trabajadores y el uso de ciertos productos reducen la calidad del aire del interior de oficinas o almacenes. Por otra parte, desde el exterior llegan constantemente partículas o gases contaminantes que poco a poco van creando la sensación de que el aire está contaminado o viciado.
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Materiales de trabajo
Los materiales utilizados pueden incidir negativamente en la calidad del aire que respiramos cuando trabajamos. Por ejemplo, si usamos químicos, materiales de construcción o desechos, la contaminación ambiental es constante y el aire debe renovarse de manera continua. Algo parecido ocurre en algunos entornos sanitarios, donde existe mayor riesgo de contagio por la proliferación de microorganismos.
Cómo mantener una calidad del aire óptima en el entorno laboral
Tener en cuenta estos tres factores es indispensable para mantener una calidad del aire óptima en el trabajo.
El primer paso será asegurar la entrada de aire fresco y reciclado por medios mecánicos y naturales.
El simple hecho de abrir las ventanas para ventilar hace que la calidad del aire interior mejore. El ritmo de renovación del aire puede variar en función de cada caso. Cuando usamos productos como adhesivos, disolventes o limpiadores, tendremos que vigilar la ventilación de manera exhaustiva. De la misma forma, en entornos laborales con mayor riesgo de contaminación, los niveles de exigencia en cuanto a la renovación del aire deben ser más altos.
Además, conviene que no tapemos las ventanas o las rejillas de ventilación de la oficina con muebles, estanterías, objetos decorativos, etc.
Instalar sistemas de ventilación artificial es otra forma de asegurar que la calidad del aire es óptima en zonas sin ventanas. Y, en caso de utilizar equipos de aire acondicionado, es indispensable cuidar el mantenimiento de los filtros y cambiarlos con frecuencia para que no se saturen y cumplan su función adecuadamente.
Mantener una humedad ambiental óptima (entre el 40% y el 60%) para evitar la proliferación de organismos dañinos y una temperatura entre 23 °C y 26 °C en verano y entre 20 °C y 24 °C en invierno también pueden ayudarnos a garantizar la calidad del aire en nuestro entorno de trabajo.
Para controlar el exceso de humedad los expertos recomiendan la instalación de deshumidificadores.
En el mercado existen diferentes tipos de deshumidificadores, pero los que funcionan por refrigeración son los más eficientes. Estos equipos absorben el aire, con la ayuda de un ventilador, y lo canalizan a través de un sistema de enfriamiento gracias a una bomba de calor.
Los deshumidificadores de TESY han sido diseñados para un óptimo tratamiento del aire del interior gracias a su elevada capacidad de absorción de la humedad. Se trata de equipos compactos y ligeros, fácil de trasladar de una habitación a otra (llevan ruedas), y que nos ayudan a controlar la calidad del aire y a mantener un ambiente de trabajo más saludable.
Además, te recomendamos que estés atento a nuestras próximas novedades porque estamos preparando el lanzamiento de nuevos equipos purificadores de aire, así como convectores eléctricos de calefacción con nuevos filtros y opciones de purificación.
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